Caso Hendriks y Cinépolis, la función debe continuar
Escrito por Jenaro Villamil el
14 noviembre 2012 a las 4:28 pm en Destacadas, Internet y redes sociales,
Sociedad
El periódico La Razón sorprendió el lunes 12 con una
historia digna de película de terror. Diez días antes de la publicación, el
niño Hendrik Cuacuas, de 10 años, asistió con su padre Enrique y su hermano a
la función de la película Ralph, el Demoledor, en la sala 2 de
Cinépolis, en el complejo Plaza Ermita, de la delegación Iztapalapa, en la
Ciudad de México.
Su padre se dio cuenta que el niño comenzó a convulsionar. No se
escuchó ninguna detonación, pero Hendrik había sido herido en la cabeza por una
bala que llegó de un lugar extraño. Según un dictamen del Instituto de Ciencias
Forenses del DF, antes el Semefo, la bala se alojó en el cráneo de Hendrik a
“un metro aproximadamente de distancia”.
El relato del padre es conmovedor. Buscó la ayuda del personal
de Cinépolis. No llegaron las ambulancias. Sacaron al menor en un carro y lo
trasladaron al Hospital Regional de Zona de Iztapalapa. El menor de 10 años
falleció.
Lo más impresionante de esta historia es que la función de cine
nunca se suspendió. Ralph, el Demoledor siguió deleitando a los poco más
de 270 asistentes a la película. ¿Acaso era demasiado grave que un niño de 10
años estuviera herido de bala en el cerebro para que interrumpieran la
película? ¿Qué haría el gerente con tanto reembolso o con las palomitas y los
refrescos que ya habían comprado los clientes?
La historia conmueve no sólo por el suceso extraño sino por la
indiferencia circundante que nos habla de una enfermedad social muy extendida
en estos tiempos de balazos, masacres e historias sanguinarias: ¿tan poco valor
le estamos dando a la vida humana? ¿Es más importante siempre la imagen
corporativa que la investigación profunda de los sucesos y la adopción de
medidas preventivas y de protección civil? ¿Por qué existen contradicciones
entre las versiones de la procuraduría capitalina y las primeras que fueron
publicadas el lunes?
El suceso provocó una airada
reacción entre los usuarios de Twitter, la red social más
interactiva y con una gran carga emotiva de quienes se le fueron a la yugular a
la empresa. El hashtag, #CinépolisisAsesino y otras referentes al
lema de la compañía de entretenimiento generó una profunda
preocupación por la imagen de Cinépolis, propiedad de Alejandro Ramírez y otros
socios.
El director jurídico de Cinépolis, Pablo Jiménez, realizó una
serie de entrevistas en medios electrónicos e impresos para dar la versión de
los hechos. Admitió que en el traslado del menor al hospital no hubo contacto
ni con las autoridades judiciales ni con los padres de Hendrik. Reconoció que
han ocurrido otros incidentes preocupantes en la misma plaza.
En su comunicado corporativo, Cinépolis informó que en todo
momento siguió un protocolo de emergencia. Llamaron a los teléfonos de la Cruz
Roja para solicitar una ambulancia. Afirmaron que no tenían conocimiento del
fallecimiento del menor hasta el pasado lunes y expresaron su solidaridad con
la familia Cuacuas.
En las redes sociales, a partir del testimonio del propio padre,
han circulado versiones sobre otros tres casos más, hasta ahora no confirmados,
de incidentes en Plaza Ermita. Incluso, TV Azteca aventuró la hipótesis de que
vecinos de una colonia aledaña, de Iztapalapa, suelen lanzar “disparos” hacia
el centro comercial.
La PGJDF concluyó el 13 de noviembre que fue una “bala perdida”
la que privó de la vida a Hendrik Cuacuas. Afirmó que, según el peritaje
realizado en la sala 2, el disparo fue realizado desde el suroriente del
complejo, atravesó el techo de fibra de vidrio y grosor de 12 centímetros para
finalmente alojarse en el cerebro del menor de 10 años, en el asiento 16 de la
fila G.
El subprocurador de Averiguaciones Previas de la misma
procuraduría, Edmundo Garrido Osorio, negó que con anterioridad se hayan
registrado incidentes similares en ese complejo de Cinépolis.
La única autoridad que parece haber tomado la lectura más grave
del caso ha sido, hasta el momento, el delegado de Iztapalapa, Jesús Valencia,
quien informó que a las 20 horas del 13 de noviembre determinó suspender
actividades en las 11 salas de Cinépolis, porque hay incumplimiento con el
programa de protección civil.
Valencia afirmó que entre las irregularidades encontradas
destaca la falta de planos y manuales de distribución del área, salidas de
evacuación, enfermería, así como constancia de capacitación a brigadistas,
asuntos que Cinépolis deberá resolver para volver a dar el servicio.
En tanto, las versiones de que algo extraño sucede en torno a
las instalaciones de Plaza Ermita y del complejo Cinépolis en esa zona,
continúan publicándose. Reforma citó en su edición de este 14 de
noviembre a trabajadores que pidieron el anonimato y revelaron que hace 3 meses
otro hombre fue herido en la pierna por una bala que también entró por el
techo, pero en la sala 7.
“Siempre esto se maneja con mucha discreción, casi en todas las
cadenas es un protocolo que se sigue”, mencionó un empleado del complejo, a los
reporteros de la sección Ciudad de Reforma.
En otras palabras, la función debe continuar. ¿Para qué alterar
la marca? Si lo mismo sucede en decenas de compañías de autobuses, en
hospitales privados y públicos donde se mueren los sanos y se maltrata a los
enfermos, ¿para qué hacer escándalo?
Es la tenebrosa historia de una bala perdida en medio de
una indiferencia social creciente frente a la vida y el dolor ajenos.
Fuente:http://homozapping.com.mx/2012/11/caso-hendriks-y-cinepolis-la-funcion-debe-continuar/#more-23219
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