lunes, 29 de octubre de 2012

La impunidad, ése es el problema

Javier Hernández Villarreal, quien fue titular del Servicio de Administración Tributaria en el gobierno de Humberto Moreira.
El fin de semana anterior se cumplió el primer aniversario desde que el extitular del Servicio de Administración Tributaria de Coahuila, Javier Villarreal Hernández, fue detenido como presunto responsable del delito de fraude equiparado por haber falsificado decretos con los cuales contrató ilegalmente la deuda a nombre del Estado de Coahuila.

Ésa fue la última vez que al exhombre fuerte de la administración anterior se le vio en territorio coahuilense, al menos públicamente. La siguiente vez que se supo de su paradero fue cuando terminó detrás de las rejas de otra prisión, sólo que esta vez en el vecino estado de Texas.

Villarreal Hernández alcanzó en ambas ocasiones la libertad bajo fianza. En ambas ocasiones aprovechó tal circunstancia para evadir la acción de la justicia.

Hoy es un prófugo internacional buscado por la justicia de dos países y un individuo a quien se identifica, junto a varios miembros de su familia y a los subordinados que tuvo en el SATEC, como la cabeza de una de las redes de corrupción gubernamental más eficaces de los últimos tiempos.

Está claro hoy que el modus operandi de Villarreal Hernández y compañía implicó instaurar un estilo delincuencial en el manejo de las finanzas públicas de una entidad federativa y que gracias a ello lograron desviar cientos, quizá miles de millones de pesos para sus cuentas personales.

Se trata, como se ha dicho reiteradamente, de uno de los mayores agravios que haya sufrido la sociedad coahuilense en toda su historia. Se trata de un agravio que hoy pesa sobre las espaldas de la siguiente generación que tendrá que pagar la deuda contratada en forma ilegal y que posteriormente fue legitimada por una Legislatura cuyos miembros actuaron de espaldas a la sociedad.

El problema con todo ello, como se ha dicho también en forma reiterada, es que Villarreal Hernández y compañía pudieran montar su operación ilegal y pudieran consumarla en la más completa impunidad.

El problema es que hoy sigan libres y, aunque son señalados como delincuentes y reciben el repudio de la sociedad, siguen disfrutando de los recursos ilegales que le robaron a la sociedad coahuilense.

Recordar el aniversario del monumental atraco perpetrado en contra de las arcas de Coahuila tiene que servir para impedir que un episodio como éste se repita en el futuro. Tiene que servir para que nunca más una Legislatura traicione a la sociedad a la cual representa.

Mantener vivo en la memoria colectiva el recuerdo de este agravio tiene que servirnos para entender que los ciudadanos no podemos dejar de vigilar la actuación cotidiana del Gobierno en todos sus niveles y para saber que si lo hacemos pagaremos caro el descuido.

No hay comentarios:

Publicar un comentario