Una verdadera mentada de
madre
Por: Redacción / Sinembargo - noviembre 9 de 2012 - 0:00 Casa de citas -
Hay muchos puntos en los que los mexicanos podemos no
estar de acuerdo con la Reforma Laboral. Tan sencillo como decir que para
algunos impulsará el empleo; y para otros significa uno de los peores
retrocesos que han sufrido los derechos de los trabajadores en décadas. Hay
divergencia. Y se ha manifestado en las calles, en el Congreso, en las redes
sociales, en posicionamientos públicos y en las discusiones, seguramente, de
sobremesa.
Pero en lo que quizás una amplia mayoría de los mexicanos sí estamos
de acuerdo, es en que el momento de ponerle fin a los abusos de los líderes
sindicales.
Haga el ejercicio en su trabajo o con sus vecinos. Pregúntenles
cuál es su opinión de Elba Esther Gordillo o de Carlos Romero Deschamps,
por ejemplo. Recibirá mentadas (para ambos dirigentes, por supuesto). Es claro,
clarísimo que estos dos individuos tipifican el abuso, la corrupción, los
excesos del poder. Seguramente alguien piensa en palabras más fuertes pero una
que podría ser, digamos, políticamente correcta o aceptable, es esta: zánganos.
Ayer el PRI logró su cometido en la Cámara de Diputados: evitar que los líderes
transparenten las cuentas de los sindicatos. Logró que miles y miles de
trabajadores mexicanos sigan sin saber qué carajos se hace con su dinero: el que
entrega el Estado a estas organizaciones directamente, y el que sale de sus
cuotas. Logró, con la mano en la cintura, que estos zánganos (ya dijimos que es
un término más o menos aceptable) sigan manejando el dinero a su conveniencia,
y que gente como Gordillo y Romero Deschamps lleven vidas comparables con las
de cualquier rey o jeque en el mundo.
En un país con más de 40 millones de
pobres –dicho con todo respeto–, eso es una verdadera mentada de madre. Así se
dice en buen español (para quien se asuste con la frase).
La Reforma Laboral
está ahora en manos del Senado. Vamos a ver qué sale de allí. Pero el hecho en
la Cámara, independientemente de lo que venga, está consumado.
No sería justo,
sin embargo, concluir aquí. Elba Esther Gordillo, Carlos Romero Deschamps y
otros de su calaña no vienen de la nada. No es que repentinamente aparecieron
en la escena nacional y ahora queremos expulsarlos. No son un resfrío, una
verruga, un raspón. Son más que eso. Son, básicamente, producto de la
indolencia del PRI, sí, pero también del PAN.
Ni vale la pena extenderse mucho.
Dos datos: Vicente Fox Quesada le permitió a Elba Esther Gordillo tener su
propio partido político (el PANAL), y Felipe Calderón la hizo su aliada todo el
sexenio: fue aliada en la elección que lo llevó al poder en 2006, y fue aliada
hasta 2011, cuando apoyó a su hermana, Luisa María Calderón, en su intento de
convertirse en Gobernadora de Michoacán.
Y, decíamos, ahora la Reforma Laboral
está en manos del Senado. Hasta el día de hoy, los líderes sindicales y el PRI
ganaron. Ganó la pasividad de los mexicanos, también. Y pierde un país.
Una
verdadera mentada de madre.
Fuente: http://www.sinembargo.mx/opinion/09-11-2012/10600
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